Había cogido su moto negra, esa que todos dicen que es de tío, pero que le sienta tan bien. Algunos mechones de su pelo rubio que se habían escapado del casco ondeaban en su espalda. Se sentía libre, salvaje, segura de si misma.
Se sentía ella.
Una sonrisa se asomó en su boca. Tan solo era una humilde sombra de lo que había sido en su día. Pero todos los días hacía lo mismo tan solo para sacar esa mini-sonrisa que le recordaba qué era ser feliz y así no hundirse del todo.
Siempre se había considerado una persona alegre, pero últimamente nada la alegraba. Desde que se produjo ese pequeño, pero a la vez tan grande cambio... Desde el divorcio de sus padre... Desde la marcha de su padre a esa ciudad tan lejana...
Todo era diferente.
Sus amigas le resultaban vacías, arrogantes y sobre todo, hipócritas. Sus amigos tampoco ayudaban mucho. Y para el resto de la gente había dejado de importar.
Antes era como un idolo, una referencia, un modelo... ahora ella se había encargado de desaparecer.
¿Cómo iba a ser un modelo para todos, si ya ni siquiera sabía quién era?
¿Si ya no sabía que le importaba realmente?
¿Si ya no sabía que quería?
Pero había decidido vivir en el presente.
Y ahora era Victoria, solo le importaba no estrellarse y quería correr, correr en su moto, y no parar.
-Ejl-
-Ejl-