miércoles, 21 de diciembre de 2011

Cruzarse con él no era malo, era peor. Era como si le destrozasen cada una de las partes de su cuerpo. Era como morir por dentro y estar vagando sin sentido por el mundo. Era horrible.
Pero Victoria había pasado cosas horribles a lo largo de su vida, una más no podría hacerle mucho más daño.
Así que, todas las mañanas, se lavaba las lágrimas de la noche anterior y se ponía su maquillaje; maquillaje, que era como una máscara que ocultaba los sentimientos que alberga el interior de Victoria.
Y de esa forma, sale cada día con el pelo revoloteando a su alrededor, el viento helado en su casa y el dolor escondido en su interior, hacia lo desconocido. Sí, hacia lo desconocido, todos los días eran desconocidos y extraños a los ojos de Victoria. Pero realmente lo horrible era el miedo, el miedo a cruzarse con él, el miedo a que demostrarse abiertamente su desprecio hacia ella.
Pero irónicamente, esto nunca pasaría, o por lo menos por ahora. Raúl nunca la despreciaría porque verdaderamente él quería a Victoria.
Soñaba cada noche con ella, con abrazarla, con besarla, con demostrarle cuanto sentía hacia ella. Y cada vez que se cruzaba con ella la angustia le oprimía el corazón, el sentimiento de impotencia recorría todo su cuerpo.
Y os preguntaréis por qué no le dice todo eso a Victoria. Pues la respuesta es muy simple: él también tiene miedo, miedo de ser rechazado, de no estar a la altura.
Y prefiere quedarse hasta altas horas de la noche imaginando que la tiene entre sus brazos, suspirando cada vez que se cruzan y mirándola sin que se diese cuenta.

De forma que tenemos a Victoria y a Raúl, que se quieren pero que tienen miedo de no ser correspondidos.
Y mientras tanto sufren sin saber que todo podría ser mucho más sencillo y que complicándolo solo es peor para uno mismo.
¿Pero quién no a complicado alguna vez las cosas del amor?


Feliz Navidad !!!!!!
-Ejl-            

lunes, 14 de noviembre de 2011

Corre. Corre sin parar. Corre entre la espesura del bosque; hiriéndose con los arbustos, saltando rocas, evitando árboles.
Cualquiera que viera a Victoria en ese momento creería que esta huyendo porque la persiguen. Y no se equivocaría del todo. Victoria huye, pero no porque la persigan, si no porque hoy a sido un día... no se como explicarlo... cruel, ¿podría ser?

Hoy había ido a un festival que había en su ciudad. El festival no había estado nada mal aunque a lo mejor había demasiada gente conocida para el gusto de Victoria. Pero había sido divertido. ¡¡Se lo había pasado genial!! ... hasta la hora de marcharse cuando se los encontró.
Eran un grupo de niños que se creían los dueños y señores del colegio. Eran unos 7, 8, 9 o 10 niños, dependiendo de si se juntaban con los "señores" de otros colegios. Victoria no aguantaba a ninguno, pero en especial a Raúl.
De pequeños habían sido muy amigos, quizá demasiado amigos. Pero el tiempo se había encargado de separarlos, tanto que se les podría llamar "polos opuestos"
Si solo se dedicaran a creerse los reyes del universo, a Victoria no le habría importado: "que se crean lo que quieran".
Pero el problema era que se dedicaban a joder y humillar a la gente. Cada día tocaba alguien diferente, y ese día le toco a Victoria.
Ella lo intuyó casi que al mismo tiempo que los vio acercarse. Por eso en cuanto tuvo oportunidad dio media vuelta con la intención de marcharse.
-Hoy, chicos, no os habéis salido con la vuestra- pensó. Una sonrisa triunfal se asomó en sus labios, pero casi al instante quedó congelada. Raúl, adelantándose, la había atraído hacia sí dejándolos cara a cara, y antes de que pudiera zafarse, él ya la había envuelto en su beso.
Cuando se separaron, Victoria estaba completamente en tensión, lo demostraban sus hombros, su mandíbula... Pero debajo de aquella armadura había una gran tristeza que amenazaba con derramarse de sus ojos
-No vuelvas a hacer eso jamás, Raúl.- Fue lo único que pudo decir antes de marcharse a toda prisa.
Había contenido las lágrimas mientras llegaba hasta su moto negra, pero en cuanto se puso el casco tres o cuatro lágrimas cayeron sin remedio.
Por suerte aún era de día y serenándose un poco, condujo hasta su rincón favorito: El Bosque.

Y allí, mientras corre, si que no puede contenerse más. Se apoya en un árbol y deslizándose se sienta en el frío suelo dando rienda suelta a su dolor
Es impresionante la cantidad de lágrimas que caen por sus mejillas y esto solo es una pequeña muestra de la gran tristeza que esconde su interior
.
Raúl la había besadoDe esa forma había roto por completo su corazón.
-Ejl-



viernes, 4 de noviembre de 2011

PENSANDO EN TÍ

El atardecer se cernía sobre la ciudad que se extendía bajo mis pies. Siempre me ha gustado verlo, es un espectáculo impresionante, pero hoy, aunque estoy mirando por mi ventana, solo hay una cosa que ocupa mi mente: TÚ.

¡Estoy contenta! , me pones contenta.
Tus ojos, que no son ni verdes, ni azules, ni marrones, ni negros, ni tampoco dorados. Tus ojos, que solo se pueden describir como lo que son: unos preciosos ojos exóticos. Tus labios que se curvan en esa media sonrisa tuya que tanto me gusta. El gesto que haces para colocarte el pelo y hasta la forma en que coges el bolígrafo.
Todo, me encanta.
Me encanta las mariposas que siento en mi estómago cada vez que estas cerca; que se me pongan todos los pelos de punta cada vez que me tocas, sobre todo, cuando lo haces sin querer. Me encanta el in que poseen tus ojos que siempre atraen los míos; que casi sin esfuerzo me arranques una gran sonrisa.

Si es que, cuando te veo por la mañana, creo que estoy soñando. ¡Mira que es casualidad que te cambiases a mi colegio, que estemos en la misma clase y que nos toque sentarnos juntos!

Y es que aunque yo no creo en el destino, estoy empezando a pensar, que esto ha debido de ser provocado.
¡A lo mejor fue el hechizo de nuestras miradas de la primera vez que nos vimos! :P
-Ejl-



jueves, 3 de noviembre de 2011

¿POR QUÉ UN DÍA TAN MARAVILLOSO TENÍA QUE ACABAR EN LÁGRIMAS?

Esto pensaba Victoria tumbada en la cama mientras escuchaba a los Black Eyes Peaces.
Había sido un día genial. El sol había brillado durante todo el día. Había mantenido conversaciones animadas con sus amigos (superficiales, pero divertidas). Había tenido un tranquilo paseo en su moto negra y la minisonrisa se había ensanchado unos centímetros. ¡Y ni siquiera se había peleado con sus hermanas!

Pero había llegado ella, su madre. Con sus gritos, sus ordenes y todas sus gilipolleces y lo había fastidiado todo.

Con la llegada de la noche, la tristeza se volvió a instalar en su corazón. Con la caída del sol, su felicidad se enterró.
-Ejl-



martes, 18 de octubre de 2011

Y MI MUNDO VOLVIÓ A CAER

Estaba tan ilusionada, contenta e, incluso, feliz. Tenía tantas ganas de que llegara es fin de semana...

¡¿Es que no te das cuenta?!
No te das cuenta de lo importante que es para mí, de cuanto lo he esperado. No te das cuenta de que es la única razón por la que me levanto cada mañana y por la que me planto esa estúpida  máscara "soy feliz". No te das cuenta que arrebatandomelo me haces tremendamente infeliz, que vuelves a destruir mi mundo.

¡¿Pero cómo te vas a dar cuenta?!
Si nunca estás.
No sabes que me hace sonreír ni que llorar. No sabes por que ni por quien derramo esas lágrimas. No sabes que lo único, si lo único, que me mantiene con vida es pensar que iré, que los veré, qué, aunque por poco tiempo, volveré a mi vida de siempre.

Pero lo que más rabia me da no es que me lo arrebates, no. Lo que más rabia me da, es que realmente creí que iría. Soy estúpida por pensar eso. Cada vez que voy a hacer algo que me hace feliz pasa algo (normalmente tú) que lo estropea y lo cambia y mi mundo vuelve a caer.
Ya perdí la cuenta de las veces que cayó justo cuando lo había vuelto a reconstruir. Y cuesta ¿sabes? mucho, puede parecer fácil, pero no; porque cada vez que lo reconstruyo pongo una muralla nueva con la esperanza de no volver a caer.

Por favor, no me hagas sufrir más: ¿Me lo arrebatas o no? ¡Contéstame ya!
-Ejl-



martes, 27 de septiembre de 2011


Había cogido su moto negra, esa que todos dicen que es de tío, pero que le sienta tan bien. Algunos mechones de su pelo rubio que se habían escapado del casco ondeaban en su espalda. Se sentía libre, salvaje, segura de si misma. 
Se sentía ella.


Una sonrisa se asomó en su boca. Tan solo era una humilde sombra de lo que había sido en su día. Pero todos los días hacía lo mismo tan solo para sacar esa mini-sonrisa que le recordaba qué era ser feliz y así no hundirse del todo.
Siempre se había considerado una persona alegre, pero últimamente nada la alegraba. Desde que se produjo ese pequeño, pero a la vez tan grande cambio... Desde el divorcio de sus padre... Desde la marcha de su padre a esa ciudad tan lejana...
Todo era diferente.

Sus amigas le resultaban vacías, arrogantes y sobre todo, hipócritas. Sus amigos tampoco ayudaban mucho. Y para el resto de la gente había dejado de importar.
Antes era como un idolo, una referencia, un modelo... ahora ella se había encargado de desaparecer.
¿Cómo iba a ser un modelo para todos, si ya ni siquiera sabía quién era?
¿Si ya no sabía que le importaba realmente?
¿Si ya no sabía que quería?

Pero había decidido vivir en el presente.
Y ahora era Victoria, solo le importaba no estrellarse y quería correr, correr en su moto, y no parar.
-Ejl-



lunes, 26 de septiembre de 2011

LA FIESTA

Había sido arrastrada a aquella fiesta, arrastrada literalmente. Sofía y Belén se habían presentado aquella tarde en mi casa y me habían sacado a empujones. Me habían obligado a arreglarme, a ponerme uno de mis vestidos del fondo de armario, de esos que me ponía antes de estar deprimida.
Si lo había estado, desde que llegue de vacaciones. Vaaaale, de eso solo hacía una semana, pero... 
Echaba de menos a mis amigos, la casa las vistas, la Península; ya lo sé, suena raro viniendo de alguien que ha nacido y ha vivido la mayor parte de su vida en una isla, pero amo la Península. Todos piensan que no lo haré, pero en cuanto acabe el instituto pienso irme a vivir allí. Bueno el caso es que había sido un verano impresionante, inolvidable, me lo había pasado como nunca y al volver a aquella isla me sentía oprimida, prisionera. No me apetecía salir ni ver a nadie, pero mis amigas no me lo permitieron pues eran las únicas que me entendía y, por tanto, no dejarían que me hundiera en ese pozo sin fondo.
Pues eso, al ponerme aquel vestido negro y los tacones a juego, las ganas de juerga volvieron a mí. 

Acababa de llegar y ya me habían colocado una copa en una mano. Sofía me agarraba de la otra y me conducía a la pista de baile. Bailar, beber, bailar y pasarme lo bien, era lo único que ocupaba mi mente.
Y eso estaba haciendo cuando llegó él, ojos exóticos. Nuestras miradas se cruzaron y el mundo dejó de girar a nuestro alrededor; la música no sonaba, la gente había desaparecido incluso las numerosas chicas que lo rodeaban.
Solo estaba él. Él. Solo él.
-¡Natalia! -era Belén que me llevó de vuelta a la realidad, ¡me había quedado como una estatua en medio de la pista de baile! ¡¡Que vergüenza!!
La conexión, hechizo o como quieras llamarlo se había roto, pero su imagen había quedado gravada en mi mente. 
-Ejl-